Abono

En la tierra viven unos 7 mil millones de personas. Esta cifra aumenta día a día al igual que aumenta la necesidad de suministro de alimentos agrícolas. El químico alemán Justus Liebig descubrió hace más de 150 años el primer abono mineral y sentó las bases, aún válidas, para optimizar a nivel mundial el rendimiento agrícola y la calidad de nuestras bases alimenticias.

Hay que enriquecer las frutas, las verduras y los cereales con sustancias nutritivas antes de ingerirlos. El equilibrio de elementos importantes, como son el nitrógeno, el fósforo, el potasio y otros macroalimentos
son la base de la alimentación vegetal.

Suministro de micronutrientes

Al igual que las personas, las plantas también necesitan, para poder crecer y florecer, diversos oligoelementos además de las sustancias nutritivas esenciales.

Entre los mencionados micronutrientes están el boro, el hierro, el mangano y el zinc. La proporción correcta de dichos ingredientes es importante ya que su carencia exagerada es tan perjudicial como su exceso. En el primer caso es posible utilizar abonos en forma líquida (aplicación a la hoja de la planta): las sustancias nutritivas llegan directamente al metabolismo de la planta a través de las hojas. Gracias a su alta calidad los fosfatos de Budenheim son utilizados con preferencia en la elaboración de formulaciones nutritivas para abonos especiales.